lunes, 1 de octubre de 2018

Casa de La Cultura de El Seibo, 22 años después.



Cual un embarazo fuera del vientre, o como un cóndor enjaulado es mi ciudad, aquella que desde su génesis ha aportado innumerables logros que forman las insignias de la dominicanidad en todos sus ordenes, en batallas, independentistas, sociales, culturales, religiosas, deportivas, constitucionalistas e históricas como las que más.

No obstante, a pesar de todo ello, lo que debería ser el nido donde se alojen tantos valores históricos, hoy es apenas una guarida al intemperie, una virgen violada inmisericorde, un monumento a la miseria, un busto al recuerdo de cuan poco valemos al país que gracias a nosotros hoy exhibe cierto criterio de libertad e independencia, sí, La Casa De La Cultura, mal dicho pero así le hemos llamado, le hemos llamado así a una infraestructura que nos recuerda cada vez cuan poco valemos a los ojos de nuestros gobernantes, a los pasados, a los presentes, a los porvenir – quien sabe?.


Alcaldes, legisladores, funcionarios gubernamentales, todos, todos sin excepción han hecho poco o mucho para lograr la culminación de un plagio al que llamamos La Casa de La Cultura de El Seibo, ¿Plagio?, sí, eso dije, porque esa infraestructura jamás y nunca reemplazará la verdadera Casa De La Cultura de El Seibo, porque esa es El Seibo, El Seibo es una casa de la cultura enfrascada en lo más céntrico de nuestra nación, indesprendible de ella, indesconectable de los orígenes de nuestra libertad y democracia, una realidad inalienable de los fundamentos de mi país, un valuarte sine qua nom de los pilares que sostienen esta nación, sí, El Seibo.

Al norte en dirección este – oeste, en una avenida cuyo nombre merece la más alta reverencia de todo ser por cuyas venas circule sangre dominicana, Doña Manuela Díez Jiménez; en un alto y entre ruinas, las ruinas de un monstruo llamado Hotel Santa Cruz y la de un Tanque-albergue de agua “potable” cuya vida útil evidentemente falleció hace un buen tiempo, ahí, en esa avenida nombrada en honor a la madre del prócer y presidente de La República Dominicana, el General Juan Pablo Duarte y Díez, Doña Manuela Díez Jiménez, por cierto y como si fuera poco!, oriunda de El Seibo, allí está, debe haber cumplido alrededor de 22 años en fase de reparación y aún no la terminan: La Casa De La Cultura de El Seibo.


El Seibo, entre otras cosas, exhibe entre sus entrañas, personajes, hazañas y acontecimientos históricos que quintifican en importancia cultural e histórica, las que otras provincias hoy tienen el privilegio de exhibirlas en un museo, en varios museos o en casas culturales, sí, iniciando por Ella, 1) por Doña Manuela; no solo la madre de nuestro Padre de La Patria Juan Pablo Duarte, sino también un real independentista “Seibana de pura cepa”, 2) Los héroes de la Batalla de Palo Hincado donde derrotamos, como nación, al ejercito francés de Napoleón Bonaparte (En El Seibo), 3) el primer presidente constitucional de la República Dominicana: Presidente y General Pedro Santána “aunque no nació en El Seibo, aquí residió hasta el final de sus días”, 4) el primer Cardenal de la República Dominicana Mons. Octavio Antonio Beras Rojas (Seibano de pura Cepa).

Se que extenderé mucho el artículo y al final terminaré olvidando decenas de personalidades y hechos, en caso que pretenda Yo resaltarlos a todos y cada uno de ellos; así que no, no haré, sino que me limitaré a escribir algunos nombres que sé les son sonoros: Cesarín Jerónimo, Alejandro Woss y Gil,  Francisco Casanova, Minerva Bernardino, Freddy Beras Goico, e/os.

Lo único que aspiramos es tener un lugar en donde podamos, a manera de museo histórico y cultural, exhibir las hazañas, escribir los hechos, resaltar la gallardía que nuestros hombres y mujeres de El Seibo, con el paso de los años y a través de la historia, han escenificado en beneficio de mi país, país que también es el tuyo, país del cual nos sentimos orgullosos, República Dominicana.

Por: Jochy Hernández.


1 comentario:

  1. Estuve en El Seybo y creo que me presentaron a Dª Kenia. Guardo bellos recuerdos.

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